sábado, 19 de febrero de 2011

El niño y el halcón

En un pueblo muy bonito, vivía un niño llamado Daniel. Era un niño como tantos otros, de condición humilde pero muy alegre y feliz. Su casa se encontraba un poco alejada del pueblo, ya que sus padres se dedicaban a cultivar un pequeño huerto, lo que les proporcionaba el sustento necesario para su modesta forma de vivir.
Daniel sentía un enorme deseo por aprender, por ello no faltaba nunca al colegio.
Un día,-cuando regresaba a su casa- vio con sorpresa que algo rebullía en unos matorrales... lleno de curiosidad se acercó y vio muy extrañado, que se trataba de un pequeño pájaro, que quizás por algún accidente no podía volar. Como quería muchos a los animalitos decidió llevarlo a su casita, y cuidarlo hasta que pudiera otra vez volar.
Cuando su padre vio de que animalito se trataba - le dijo -
"Mira Daniel, si quieres cuida de él, tendrás dificultad para alimentarlo, ya que se trata de un halcón, y las aves de presa cómo él, se alimentan de la carne de otro pájaros que ellos ismos cazan, y por ello tendrás problemas para alimentarlo".
Pero Daniel (muy decidido) le contestó, que al salir del colegio, iría a pedirle al carnicero que los trocitos de carne que no le sirvieran para poderlos vender, que se los guarde a él y así poder alimentar a su nuevo amigo.
El carnicero acepto encantado la petición de Daniel.
Así transcurrió mucho ¡tanto! que entre Daniel y el halcón surgió tal compenetración, (que de una forma misteriosa) podían mantener largas conversaciones.
Cuando el halcón se curó de sus heridas decidió que se quedaría para siempre con su gran amigo Daniel.
Todos los días lo acompañaba al colegio, -lo hacía- volando... ¡muy alto!, y así poder avisar a Daniel de cualquier peligro que pudiera tener. Cuando llegaban al colegio, lo esperaba posado en el alfeizar de la ventana de la clase,-y desde allí- seguía con gran atención, las explicaciones del maestro. De esa forma, fue aprendiendo tanto como el alumno más aventajado. A Daniel le venía muy bien el que su amigo supiera tanto, porque así le ayudaba con los deberes escolares. Y así pasaron muchos, muchos años ¡Tantos! que Daniel, y el halcón se hicieron muy viejecitos... y llego un mal día en que el halcón enfermó y murió.
Daniel se quedó con una gran tristeza, ya qué añoraba mucho la compañía de su querido amigo. Tanto lo añoraba, que contrató a un escultor, para que pusiera un pedestal en el jardín de su casa, y sobre él pedestal, una estatuilla en bronce, de su querido halcón.
Daniel, dejó de cuidar de sí mismo, y enfermo de tristeza y soledad... y ocurrió... que un triste día, Daniel también se fue al cielo.
Pero al llegar allí...¡¡ qué alegría!! , el primero que salió a recibirle... ¡ fue su querido amigo él halcón!
Se abrazaron muy contentos porque ya nunca más volverían a separarse. Para celebrarlo, decidieron que protegerían a todos los niños del pueblo, (ya que él pueblo había crecido tanto)... que ya por los caminos, no se veían pasar, como antes, a los burritos, las cabras, y otros animalitos, con grandes remolques,- y por ello- el peligro para los niños, había aumentado muchísimo.
Las gentes del lugar, se maravillaban de que con tanto tráfico... ningún niño, sufriera ningún percance importante.
Nadie se podía imaginar, que esto se debía, a que él halcón vigilaba, (como antes lo hiciera con Daniel), para que ningún niño sufriera el menor accidente.
Todos en el pueblo, recuerdan con cariño a Daniel,(aquel amable viejecito) al que con frecuencia, veían hablar (como si le entendiera)... con un halcón,- al cual- recogió un día, siendo todavía un niño, y del que no se había separado en todos los dias de su vida.

Queridos niños:
Este cuento es para que reflexionéis si queréis, y protegéis a los animalitos, podéis estar seguros... ¡qué os estaréis queriendo y protegiendo a vosotros mismos!
Y colorín colorado este cuento ha terminado.
                                                                                                     El Abuelito Valentín



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